Chile se ha perfilado como uno de los mayores exportadores mundiales de hongos comestibles, sólo superado por China, Rusia y Polonia. Esta actividad entrega ingresos superiores a los 50 millones de dólares cada año, siendo, sin lugar a dudas, la actividad más importante relacionada con la explotación, procesamiento y comercialización de productos forestales no madereros en Chile (Castañón 2017). Si bien, el consumo de hongos comestibles en Chile es en general bajo comparado con el consumo que realizan otras economías, se limita a pocas especies (eminentemente champiñón, digüeñes, changle, callampa del pino y Lactarius o níscalo), las cuales son eminentemente recolectadas y escasamente cultivadas, en este contexto observamos que desde la región del Maule hasta la región de Magallanes la comercialización de hongos es solo estacional y por esta razón limitada. Nuestra propuesta es crear centros o salas de producción continua de hongos nativos chilenos con alto valor comercial y medicinal.
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